
“El día de Pentecostés, todos los discípulos estaban reunidos en un mismo lugar.”
Los Hechos de los Apóstoles no explican por qué los apóstoles estaban reunidos en ese momento, pero la tradición, influenciada por Juan 20,19, ofrece una imagen de los discípulos refugiados con temor en el cenáculo. Imaginemos lo que podría haber en sus corazones y mentes, habiendo visto al Señor Resucitado ascender al cielo, reflexionando sobre cómo anunciarían a la Buena Nueva. ¿Sabían que aún estaban siendo preparados para la misión de evangelización? ¿Estaban esperando algo más?
La Vigilia Extendida de Pentecostés, tal como se encuentra en el Misal Romano, Tercera Edición, ofrece un rito en el cual la asamblea reunida entra en la experiencia de la espera y la preparación para el don del Espíritu Santo. Como en todo el ciclo pascual, la liturgia de la Iglesia no representa una “recreación” de la venida del Espíritu, ni invita a la asamblea a fingir lo que aún no posee ni depende del don del Espíritu Santo. Sin embargo, la Vigilia Extendida ofrece la oportunidad a la asamblea litúrgica de reflexionar sobre su necesidad del Espíritu y a los fieles de abrir sus corazones a una nueva efusión del Espíritu, y de dar gracias por la presencia de Cristo en sus corazones.
La Solemnidad de Pentecostés se celebra al concluir los grandes Cincuenta Días de Pascua. Representa un desafío pastoral particular que Pentecostés coincida usualmente con una época del año llena de celebraciones de graduación, el final del ciclo escolar y el inicio de las vacaciones de verano. La Vigilia Extendida, celebrada el sábado por la noche como un eco o “contraparte” de la Vigilia Pascual del Sábado Santo, puede ayudar a enfocar la atención de la comunidad en la naturaleza de esta solemnidad.
La Vigilia Extendida no se observa simplemente como una Liturgia de la Palabra prolongada, sino como un tiempo de reflexión y meditación, para contemplar nuestra necesidad del don de la presencia de Dios. No debe celebrarse como la habitual misa anticipada del domingo del sábado por la tarde, sino que debe distinguirse como una celebración única, al igual que la Vigilia Pascual del Sábado Santo. Esta celebración podría incluir a los recién bautizados o confirmados de la comunidad. El Misal Romano no indica una hora específica para la celebración de la Vigilia, solo señala que puede celebrarse en cualquier momento después de las Primeras Vísperas de Pentecostés. También puede incluir la celebración de dichas Vísperas, y se ofrecen instrucciones para el orden de la celebración con o sin ellas.
El corazón de la Vigilia Extendida es una serie de cuatro lecturas del Antiguo Testamento. Cada una es acompañada por un salmo responsorial y una oración, que evocan las formas en que el Señor ha manifestado su presencia a su pueblo, y cómo la humanidad ha anhelado y esperado al Señor. Después de la cuarta lectura se entona el Gloria y se reza la Oración Colecta de la Misa, para luego escuchar la lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos, que resume el sentir de la Vigilia: “Sabemos que la creación entera gime hasta el presente y sufre dolores de parto... anhelando que se realice plenamente nuestra condición de hijos de Dios, la redención de nuestro cuerpo (Romanos 8,22–27).
La Iglesia, en Pentecostés, clama: “Ven, Espíritu Santo”, como expresión de apertura a lo que Dios ya está derramando generosamente sobre ella. La Vigilia Extendida ofrece la oportunidad de despertar de nuevas maneras nuestro anhelo por la presencia del Señor, y de expresar nuestra entrega a sus dones salvadores.
Publicado originalmente en Today’s Liturgy © 2017 OCP. Todos los derechos reservados.